Érase una vez una niña llamada Emma que tenía muchas ganas de que llegara la Navidad. Ya había recibido muchos regalos, pero aún quería algo muy especial.
En Nochebuena, cuando Emma estaba en su habitación, de repente oyó un suave zumbido. Miró por la ventana y vio una hermosa seta flotando frente a su ventana.
Emma se entusiasmó de inmediato y abrió la ventana para dejar entrar a la seta. El seta voló directamente hacia Emma y se sentó en su hombro. Le dijo que era un seta mágica y que podía concederle un deseo.
Emma estaba muy emocionada y no sabía qué desear. La seta le dijo que deseara algo que siempre había querido. Emma se lo pensó un momento y luego dijo: «Deseo que mi familia sea siempre feliz». La seta sonrió y desapareció en una luz dorada.
Al día siguiente, Emma se sorprendió al ver que su deseo se había hecho realidad. Su familia era más feliz que nunca y todos pasaron unas Navidades maravillosas.
Emma nunca había olvidado la seta mágica y cada Navidad recordaba el mágico encuentro.